Clima & Energía

El acuerdo de París trae esperanza en la lucha contra el cambio climático

195 países acuerdan que plan climático de París comenzará época de bajas emisiones de carbono

Un acuerdo mundial impulsado por la diplomacia y armado con algunas de las herramientas requeridas para combatir el calentamiento global fue adoptado en la cumbre de París de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).

El presidente francés Francois Hollande afirmó durante el cierre: “Ustedes hicieron historia porque se comprometieron, no calcularon”. El mundo ha ingresado en una era de bajas emisiones de carbono, agregó.

El acuerdo de París mantiene en equilibrio las posiciones políticas y económicas de los países ricos y pobres, de la ciencia y los negocios. Se basa en las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional Propuestas de todos los países, de las cuales ahora se elimina la palabra “propuestas”.

En el mejor de los casos, las promesas actuales pueden mantener el aumento de la temperatura mundial promedio por debajo de los 2,7 °C y los científicos han afirmado que eso no será suficiente si el mundo desea evitar impactos catastróficos por el calentamiento global. Los gobiernos habían acordado previamente mantener el calentamiento global dentro de los 2 °C; en París coincidieron en procurar mantenerlo por debajo de los 1,5 °C.

Por eso, el acuerdo de París cuenta con una cláusula para reconsiderar los compromisos en 2018 —cuando el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) preparará un informe especial sobre el tema— y luego revisar la situación cada cinco años.

Ya se culpa al cambio climático por haber afectado la agricultura, aumentado la frecuencia e intensidad de las inundaciones, tormentas y sequías, afectado las precipitaciones y elevado el nivel del mar.

Muchos de los países en desarrollo que asistieron a la cumbre de dos semanas en París se mostraron preocupados porque los países industrializados no están ocupándose lo suficiente de ahora a 2020, cuando las disposiciones del acuerdo de París deben entrar en vigencia.

Se habló poco de eso durante la cumbre, que entró en tortuosos debates sobre si los países ricos están haciendo lo suficiente para controlar sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y si las economías emergentes, como las de China e India, deben hacer más. Estas emisiones —principalmente de dióxido de carbono— están calentando la atmósfera. La mayor parte de las emisiones acumulativas han sido generadas por los países ricos desde el inicio de la era industrial, aunque actualmente China es el mayor emisor, seguido por EE. UU., la UE y la India.

UU. ha liderado el pedido de los países ricos para que las economías emergentes controlen sus emisiones, mientras que China, India y gran parte del mundo en vías de desarrollo han insistido en “responsabilidades comunes, pero diferenciadas” entre los países ricos y los pobres, uno de los pilares de la CMNUCC. Antes, solo los países ricos tenían la obligación legal de reducir sus emisiones de GEI. Según el acuerdo de París, esta diferenciación se ha diluido en gran medida.

Ahora dice: “Las Partes que son países desarrollados deberán seguir encabezando los esfuerzos y adoptando metas absolutas de reducción de las emisiones para el conjunto de la economía. Las Partes que son países en desarrollo deberían seguir aumentando sus esfuerzos de mitigación, y se las alienta a que, con el tiempo, adopten metas de reducción o limitación de las emisiones para el conjunto de la economía, a la luz de las diferentes circunstancias nacionales”.

El otro gran punto en disputa fue el financiamiento. EE. UU. logró trasladar el compromiso de los países ricos de al menos 100 mil millones de USD anuales para 2020 fuera de la parte legalmente vinculante del acuerdo, aunque se mantuvo como una decisión tomada por todos los gobiernos.

El gran perdedor en el acuerdo de París fue el tema de la compensación y la responsabilidad por daños y pérdidas sufridos debido a los impactos del cambio climático. Temiendo las demandas judiciales que esa cláusula podría desatar, los países ricos inscribieron en el acuerdo que no habrá lugar a compensaciones ni responsabilidades.

Apoyo mundial

Con la excepción de Nicaragua, todos los países expresaron su apoyo al acuerdo. Xie Zhenhua, viceministro chino de la Comisión de Desarrollo Nacional y reforma dijo: “El acuerdo envía una clara señal de que todos los países deben cambiar su modelo de desarrollo y la gente debe modificar su estilo de vida”.

Para Xie el acuerdo de París incorporó todos los elementos necesarios: mitigación de las emisiones, adaptación a los efectos del cambio climático, financiamiento, transferencia de tecnologías verdes y creación de capacidades en los países en desarrollo. El acuerdo logró “coordinar las ambiciones (climáticas) con el espacio de desarrollo”, afirmó. “Todos los países tomaron la decisión correcta, el próximo paso es la implementación”.

China se ha comprometido a alcanzar el máximo de sus emisiones de carbono en 2030 y puede lograrlo incluso antes. Xie reiteró la promesa de su gobierno de alcanzar ese máximo “lo antes posible”.

Prakash Javadekar, ministro de Medio Ambiente, Bosques y Cambio Climático de la India, dijo: “El acuerdo respalda el derecho al desarrollo. Ha reflejado la justicia climática. Todos juntos mitigaremos el desafío que implica el cambio climático y lograremos un planeta mejor”.

Javadekar sí sintió que el acuerdo de París “pudo haber sido más ambicioso” y que los países industrializados han estado “muy por debajo de su responsabilidad histórica y justa participación” para combatir el cambio climático. Espera que la adopción del acuerdo “signifique un nuevo inicio, donde se cumplan las promesas”.

El secretario de estado de EE. UU., John Kerry, dijo: “Ninguno de nosotros cree que sea perfecto y así debe ser; de otra manera, no sería un acuerdo”. Agregó que el acuerdo envía un mensaje de transición a los mercados mundiales hacia una economía mundial de energías limpias.

El acuerdo de París

El acuerdo final tiene 31 páginas, con una porción legalmente vinculante de 11 páginas y un conjunto de 20 páginas de “decisiones” que tomaron los delegados reunidos.

La meta del acuerdo a largo plazo es lograr que las emisiones mundiales de GEI alcancen su punto máximo lo antes posible. Junto con el objetivo de limitar el aumento de la temperatura a 2 °C llevará a que los gobiernos deban eliminar el uso de combustibles fósiles en la generación de energía eléctrica para 2050, según el IPCC.

Todos los países tendrán que informar sus acciones de mitigación y el apoyo financiero y tecnológico que otorguen y reciban. Todos los países tendrán el mismo sistema de medición, información y verificación de las emisiones, y se los evaluará con los mismos estándares. Pero los países en desarrollo contarán con cierta flexibilidad en cuanto al alcance y los detalles de sus informes. Todos los países, excepto los más pobres y pequeños, deben presentar informes al menos cada dos años. Los informes serán revisados por un comité internacional de expertos técnicos.

Durante muchos años, los países en desarrollo se han quejado porque la adaptación a los efectos del cambio climático no recibe la misma atención que la mitigación de las emisiones. El acuerdo de París hace que a los países desarrollados les incumba la provisión de apoyo financiero y tecnológico para este fin.

El ministro de Relaciones Exteriores francés Laurent Fabius —quien presidió la cumbre— dijo que el acuerdo de París fue “justo, duradero, dinámico, equilibrado y legalmente vinculante”.

Christiana Figueres, secretaria ejecutiva de la CMNUCC, dijo: “Es un acuerdo con visión de largo plazo, ya que debemos convertirlo en un motor para el crecimiento seguro”.

Además de haber sido bien recibido por casi todos los delegados, el acuerdo también dejó contentos a los grupos empresariales y a muchos equipos de expertos; algunos grupos ecologistas se mostraron cautos en su evaluación del acuerdo climático y otros fueron críticos.

Las emisiones de gases de efecto invernadero tendrán que reducirse a cero en unas pocas décadas, dijo John Schellnhuber, del Instituto Potsdam para la Investigación sobre el Impacto del Cambio Climático y agregó: “Para estabilizar nuestro clima, las emisiones de dióxido de carbono deben alcanzar su punto máximo mucho antes de 2030 y ser eliminadas lo antes posible después de 2050”.

Jennifer Morgan, del World Resources Institute dijo que el acuerdo acelerará la transformación energética que ya ha avanzado mucho “señalándonos un futuro más seguro y sólido”.

Pero para algunos defensores de los países en desarrollo, el acuerdo tuvo puntos flacos. Sanjay Vashist, de la Red de Acción Climática para el Sur Asiático (Climate Action Network South Asia, CANSA) dijo que el tratado es “duradero y dinámico, pero no consiguió ser completamente justo ni atender a las necesidades futuras”.

El acuerdo privó a los países más vulnerables del mundo de su derecho a reclamar responsabilidades y compensación por pérdidas y daños, señaló Rezaul Karim Chowdhary del Fideicomiso de la Asociación Costera para la Transformación Social (Coastal Association for Social Transformation Trust, COAST) de Bangladesh.

Helen Szoke, de Oxfam, dijo: “Solo se hizo una vaga promesa de una nueva meta futura de financiamiento climático, mientras que el acuerdo no obliga a los países a reducir las emisiones con suficiente rapidez como para prevenir una catástrofe por el cambio climático”.

Adriano Campolina, director ejecutivo de ActionAid dijo que el acuerdo “no incluye lo suficiente para mejorar la frágil existencia de millones de personas en todo el mundo”.

Pero, en términos generales, se respiraba un ambiente de júbilo cuando el secretario general de la ONU Ban Ki-moon cerró la cumbre de esta manera: “Ha llegado el momento de reconocer que los intereses nacionales resultan más beneficiados cuando se actúa en pos del interés mundial. Debemos hacer lo que indica la ciencia. Debemos proteger al planeta que nos alberga”.

Ese artículo se publicó primero en chinadialogue.net