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Productores de azúcar en El Salvador exigen tratado de libre comercio con Taiwán

Después del giro diplomático hacia China, los agricultores se oponen a altos impuestos del país asiático
<p>Al establecer lazos diplomáticos con China, El Salvador pone en peligro un pacto de libre comercio con Taiwán, enojando a los productores de azúcar (imagen: Pixabay)</p>

Al establecer lazos diplomáticos con China, El Salvador pone en peligro un pacto de libre comercio con Taiwán, enojando a los productores de azúcar (imagen: Pixabay)

En agosto de 2018 El Salvador estableció relaciones con China dejando atrás el vínculo con Taiwán, como lo hicieron República Dominicana y Panamá el año pasado. Pero en marzo de 2019, el entonces presidente electo Nayib Bukele puso en duda si su gobierno mantendría ese estatus y criticó al país asiático.

“China no juega por las reglas, no respetan las reglas “, dijo.

La embajada china en El Salvador respondió con una declaración, afirmando que la cooperación entre China y El Salvador no sería una “trampa, sino un dulce acuerdo para ambas naciones”.

Desde entonces, la relación parece haber evolucionado. Después de asumir el cargo en junio, Bukele admitió que reconocía la posición de China en el mundo, consolidando así una importante relación económica. El Salvador envió $ 83,2 millones en productos a China el año pasado, un 82% más que el año anterior, lo que lo convierte en el sexto destino para las exportaciones salvadoreñas.

95%


De las exportaciones a China son azúcar

El azúcar representa el 94,6% de las exportaciones a China, según el Banco Central de Reserva (BCR), lo que genera optimismo en algunos sectores, pero también amplia oposición de los pequeños agricultores que operan en un mercado incierto. Las preocupaciones sobre las consecuencias ambientales de los agronegocios también están creciendo en el segundo país más deforestado de América Latina.

El caso del sindicato azucarero

La Asociación Azucarera (AAES), el sindicato responsable de organizar la producción de azúcar en El Salvador, expresó su preocupación por la cancelación del acuerdo de libre comercio con Taiwán, el cual había sido ordenado para  ser terminado el 15 de marzo de este año. En febrero, demandó al ministerio de asuntos exteriores.

“Como sector productivo, nos sentimos muy afectados por esta situación ya que vamos a sufrir pérdidas económicas sustanciales”, dijo Mario Salaverría, presidente del sindicato. “En este proceso no fuimos consultados en lo absoluto, ni tampoco Taiwán”. La AAES ya había firmado acuerdos para vender 80,000 toneladas de azúcar a la nación isleña.

Al sindicato también le preocupan los altos aranceles que China ha impuesto sobre el azúcar. El país importa 1,94 millones de toneladas anuales, lo que lo convierte en uno de los mayores importadores mundiales. Pero en el 2016 la sequía golpeó la cosecha nacional de azúcar y los pequeños agricultores (principalmente los de la provincia de Yunnan) se vieron afectados. En un esfuerzo por apoyar a sus agricultores, China comenzó a restringir las importaciones el año pasado al imponer altos aranceles a sus principales importadores, principalmente Brasil y Tailandia.

Resintiendo el impacto en su economía, Brasil manifestó sus preocupaciones a la Organización Mundial del Comercio.

Con el objetivo de aplacar a los productores salvadoreños, China emitió una declaración de buena voluntad en marzo de este año: “Las empresas chinas están motivadas a comprar azúcar y otros productos de El Salvador … los aranceles serán pagados por los importadores de azúcar en lugar de los exportadores. Los productores de El Salvador pueden sentirse aliviados en este aspecto”.

“China ha manifestado su intención de querer comprar nuestro azúcar, pero para nosotros el acuerdo de libre comercio con Taiwán no es negociable”, explicó Salaverría. “Claro, ya hemos estado vendiendo a China, pero a lo que nosotros llamamos “tasas del mercado mundial “, con aranceles del 85%. Con Taiwán pagamos cero aranceles”, afirmó.

Salaverría explicó que la lucha de AAES no es romper la relación con China, sino mantener una relación comercial con Taiwán y una relación diplomática con China.

Sostiene que el sindicato ya se ha reunido con funcionarios del gobierno que acordaron mantener el Tratado de Libre Comercio con Taiwán a puerta cerrada. El Tribunal Superior de El Salvador ordenó la suspensión de la cancelación del TLC, pero aún no ha habido una declaración oficial que ordene su continuación.

El costo ambiental de la producción de azúcar

La alta demanda y la necesidad económica en El Salvador han generado la expansión de la agricultura industrial, principalmente de azúcar y café, lo que ha alimentado la degradación del suelo y la deforestación. Los campos de caña de azúcar demandan muchos pesticidas que afectan el suelo y las fuentes de agua.

“En El Salvador frecuentemente no se habla de los problemas ambientales”, explicó Gabriel Labrador, investigador del medio El Faro. “Y dado que no existe una regulación sobre los agronegocios, las empresas aquí pueden abusar de los recursos “.

El Salvador tiene la segunda superficie más grande de plantaciones de caña de azúcar en América Central y en términos de deforestación, solo es superada por Haití. Más de la mitad de la tierra no es apta para el cultivo y la erosión es rampante. Esto genera que las personas sean vulnerables a los desastres naturales y a la sequía. Las fuentes de agua también están altamente contaminadas.

“En El Salvador, quien tenga la tecnología para explotar el agua lo hace sin ninguna consecuencia “, agregó Labrador. “La caña de azuzar es la industria que consume la mayor cantidad de agua. Hay un grave impacto ambiental debido a la cantidad de agua utilizada y no existe una política estatal”.

En el 2016 además, la ausencia de regulación permitió que más de 250,000 galones de melaza procedentes de una fábrica de caña de azúcar se derramaran en el río Magdalena, afectando a 400 familias y matando a miles de peces, crustáceos, moluscos y anfibios.

“Dado que no existe una política y una aplicación real en el sector, controlar el impacto ambiental depende de la buena voluntad de las empresas, y a medida que crece la demanda, eso es algo peligroso”, finalizó Labrador.