Energía

Kirchner y Cepernic: dos represas envueltas en un conflicto ambiental

Las represas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic podrían afectar tres glaciares de la Patagonia

La alianza comercial entre Argentina y China ya es un hecho y quedó en evidencia luego del viaje de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner al país asiático y la firma de múltiples acuerdos. Sin embargo, los primeros pasos prometen no ser sencillos ya que el proyecto más importante de los dos países está rodeado de una controversia ambiental que deberá resolverse en la Corte Suprema.

Las represas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic serán una de las obras energéticas más importantes de los últimos años en Argentina y ayudarán a reducir la cantidad de energía importada en una economía escasa de dólares. Pero, al mismo tiempo, podrían afectar tres glaciares de la Patagonia, siendo uno de ellos Patrimonio de la Humanidad, de acuerdo a expertos y grupos ambientalistas.

El emprendimiento costará US$ 4,7 millones, durará cinco años y será financiado completamente por bancos chinos, pagando el préstamo con parte de la energía generada. Ya fue enviada  una primera cuota de US$ 288 millones y el resto se seguirá aportando con regularidad. Parte del dinero quedará en China para invertir en maquinaria y el resto será destinado a la Argentina.

“Será una obra gigantesca y con gran presencia de empresas argentinas. Desde China se exportarán las turbinas, la maquinaria y el área técnica pero todo el resto será argentino. Generará mucho empleo y aumentará el consumo en la región a partir de un mayor nivel de consumo por parte de los obreros”, aseguró Ernesto Fernández Taboada, director ejecutivo de la Cámara de Comercio Argentino-China.

Si bien Fernández de Kirchner y Xi Jinping ya firmaron su orden de construcción, la obra principal no comenzará al menos hasta octubre cuando el estudio de impacto ambiental haya finalizado, aseguraron fuentes de las empresas constructoras. Pero eso no quiere decir que nada se hará hasta entonces sino que gracias al otorgamiento de permisos parciales pronto comenzará la construcción de caminos, puentes, obradores y casas.

“No avanzaremos con la obra hasta que no esté aprobado el estudio de impacto ambiental, el cual comenzamos en septiembre y estimamos que estará listo en octubre. Nos vamos a tomar un año entero para estudiar el comportamiento del río y la naturaleza que lo rodea. Pero, en la actualidad ya existen aprobaciones parciales de obras complementarias”, sostuvo Mariano Musso, gerente de relaciones institucionales de Electroingenería, una de las empresas a cargo de la obra.

Pero las promesas de la empresa parecen no ser suficientes para expertos y organizaciones ambientales, quienes han presentado un amparo ante la Corte Suprema para que la construcción se suspenda completamente hasta que finalice la evaluación de impacto ambiental. Si bien la corte todavía no se ha pronunciado, su resolución  podría ocurrir en los próximos días.

“Las obras no pueden empezar sin el estudio de impacto ambiental,  tal como establece la Constitución Nacional. No decimos que no se haga el emprendimiento, pedimos los estudios pertinentes y en base a una respuesta legal se evalúe si se hace o no. Sin el estudio, serían dos represas ilegales”, advirtió Luján Pérez Terrone, directora ejecutiva de la Asociación de Abogados Ambientalistas de la Patagonia.

Un proyecto con 60 años de historia

El complejo hidroeléctrico tendrá lugar en la provincia patagónica de Santa Cruz, específicamente sobre el río homónimo, en el cual hoy no existe ninguna represa. Será construido a partir de la unión de tres empresas: las argentinas Electroingenería y Hidrocuyo y la china Gezhouba Group, con una larga  trayectoria en la construcción de represas como Tres Gargantas, la más grande del mundo pero a la vez una de las más cuestionadas por su impacto ambiental.

Fue inicialmente pensado en la década de 1950 y su factibilidad luego estudiada en la década de 1970, durante la dictadura militar, pero nunca llevado a cabo hasta ahora. El gobierno de Fernández de Kirchner lo relanzó en 2007 bajo el nombre de Condor Cliff (hoy Néstor Kirchner) y La Barrancosa (hoy Jorge Cepernic) por un costo 35% por debajo al actual pero finalmente,  por falta de fondos fue cancelado.

Las represas aumentarán un  5% la capacidad energética del país y un 15% la capacidad hidroeléctrica y emplearán a unas 5 mil personas en su construcción. Alrededor de 150 profesionales, específicamente ingenieros y gerentes, viajarán de China hacia la Argentina y el equipo se completará con trabajadores locales, tal como han asegurado las empresas constructoras.

Medio centenar de estancias (47.000 hectáreas) serán inundadas para la construcción y 11 turbinas serán instaladas en las represas, las cuales generarán 5000 GWh anuales, con una potencia de 1740MW. Sin embargo, será necesario la instalación de una nueva línea de alta tensión para transportar la energía ya que actualmente sólo existe una capaz de llevar el 45% de la energía generada por las represas.

Expertos cuestionan que esa segunda línea no es viable económicamente ya que al funcionar las represas por picos de energía sólo sería utilizado el 4% del tiempo. Sin embargo, Electroningenería asegura que la segunda línea podría ser construida al mismo tiempo que las represas y podría ser aprovechada también para futuros proyectos de energía en la Patagonia como molinos de viento.

Glaciares y preocupación ambiental

La insistencia sobre el estudio de impacto ambiental surge a partir de la preocupación sobre las consecuencias medioambientales que podrían generar  las represas sobre los glaciares Upsala, Spegazzini y Perito Moreno, declarado Patrimonio de la Humanidad por UNESCO.

Expertos aseguran que la cota máxima de la represa Kirchner está fijada a una altura inadecuada, al mismo nivel promedio del Lago Argentino, provocando un incremento del nivel del lago y un efecto de mareas que erosionarán el frente del Perito Moreno e impedirán su tradicional rompimiento que atrae a miles de turistas.

No hace falta ir muy lejos para encontrar un ejemplo similar. También en la Patagonia pero en Chile, HidroAysén fue un proyecto que contempló la construcción de cinco centrales hidroeléctricas, dos en el río Baker y tres en el río Pascua. Sin embargo, fuertes críticas de grupos ambientalistas y comunidades indígenas llevaron a que un consejo de ministros rechazara el proyecto el año pasado.

“La represa se alimentará del lago, que subirá y bajará su nivel en base a los requerimientos y consumo energéticos provenientes de Buenos Aires. El glaciar no se encuentra inmune ni a las variaciones,  ni a los efectos erosivos”, sostuvo el ingeniero Gerardo Bartolomé, quien encabeza una junta de firmas a través de una campaña online con el objetivo que se hagan los estudios ambientales correspondientes sobre las represas.

Al mismo tiempo, el glaciólogo e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Juan Pablo Milana, consideró que los efectos de las represas incluirán impactos que podrían ser irreversibles sobre los glaciares Spegazzini y Upsala.

“Los glaciares ya están sentenciados por la propia naturaleza y seguir afectándolos es complicado. Al aumentar el nivel del Lago Argentino, se generará un efecto de flotación natural de los glaciares. Una presión hídrica menor en su base no sólo provocará el despegue del hielo sino también alterará el proceso de ruptura”, afirmó Milana.

Todos impactos posibles son rechazados por Electroingenería, que asegura que la operación de las represas será regulada y controlada por la autoridad de cuenca y además el embalse Néstor Kirchner acompañará las variaciones del lago y permitirá una regulación más eficiente.

“La construcción de las represas no afectará en absoluto al lago y a los glaciares. El proyecto no se hubiera licitado si implicaría un riesgo real. Somos una empresa que trabaja respetando el medio ambiente, siendo una de nuestras prioridades. El glaciar es patrimonio de la humanidad y ningún estado ni empresa estaría dispuesto a generar un problema”, garantizó Musso.